Lara Stone

 

 

Lara Stone, seriedad en la pasarela

Una provocativa campaña publicitaria junto a Justin Bieber ha puesto en boca de todos a esta top holandesa, conocida por ser una modelo que apenas sonríe |Ingresó en un centro de desintoxicación por iniciativa propia y, según ella, ha sido la mejor decisión que ha tomado en su vida

Lara Stone, seriedad en la pasarela

La modelo Lara Stone en la Fashion Rocks 2014 en el Centro Barclays de Nueva York. Jim Spellman

Alta, rubia y angulosa, Lara Stone es conocida por ser una modelo que apenas sonríe. No le gusta desfilar: dice que tiene los pies pequeños y, en consecuencia, ha tropezado tantas veces en la pasarela que sale muerta de miedo. Esa inseguridad es una de las razones por las que adopta unas poses desafiantes, un punto airadas, que también la caracterizan. Sus mohines son además una forma de ocultar sus incisivos superiores, levemente separados: Un rasgo conocido como "diastema" que en el mundo de la moda se considera uno de los defectos más cool que se pueden tener. Brigitte Bardot y Vanessa Paradis son algunas de las más célebres estrellas diastémicas. A este selecto grupo se ha unido Lara Stone, que hace tiempo que figura en la lista Forbes de las modelos mejores pagadas.
Contratos con Versace, Prada y Calvin Klein le han permitido figurar en este elenco de guapas y millonarias. Y ha sido la última campaña que ha hecho para esta firma de ropa americana, junto a un Justin Bieber musculoso y tatuadísimo, la que le ha puesto de actualidad estos días. Las poses provocativas de ambos han airado a algunas de las fans del famoso cantante, que se han dedicado a vilipendiar a Stone en las redes sociales e, incluso, a amenazarla de muerte.
Pero Stone, de 31 años, no tiene tiempo para preocuparse de lo que digan unas quinceañeras enamoradas de Justin Bieber. Ella sigue con su vida, que tiene como base Londres, donde reside con su marido y su hijo. Está casada con el humorista británico David Walliams, uno de los artífices de la muy políticamente incorrecta Little Britain: Una serie de culto de la BBC, poblada de personajes disfuncionales, en las antípodas de productos como Downton Abbey. Walliams y Stone se casaron en 2010, en el hotel Claridge's, en una elegante ceremonia donde, como explicó la revista Vogue, el vestido de Stone "de satén, color marfil", diseñado por su amigo Riccardo Tisci, de Givenchy, "no decepcionó". La revista detallaba asimismo la lista de invitados, el menú a base de langosta y el coste de las rosas blancas que decoraban el salón de baile del hotel. Vogue también señaló que, para los brindis, la novia, "una alcohólica rehabilitada", escogió palomitas en vez del tradicional champán.
Stone es holandesa, pero fue descubierta por un cazatalentos en el metro de París cuando era una adolescente. A los 15 años participó en un conocido concurso de modelos y, aunque no lo ganó, consiguió su primer contrato con la agencia Elite. Esta etapa coincidió con su expulsión de la escuela ("Era una chica mala. No aceptaba muy bien la autoridad"). Tenía 16 años y su madre, harta de que su hija sólo pensara en maquillarse ("era lo único que hacía", reconoció Lara), le aconsejó que marchara a París y se buscara la vida.
La experiencia francesa no duró demasiado. Además, quiso acabar sus estudios en Holanda, donde combinó el bachillerato nocturno con sesiones de fotos para catálogos y algún que otro anuncio. Su gran oportunidad le llegó con 23 años, cuando la contrataron en la poderosa agencia IMG. Poco después, se convirtió en la favorita de Riccardo Tisci, quien la hizo fija en los desfiles para Givenchy y supo desde el primer momento "que Lara sería un nuevo icono". También llamó la atención de papisas de la moda como Carine Roitfeld, entonces directora del Vogue francés. Stone era por fin una modelo de éxito: figuraba en portadas, desfilaba para las mejores firmas, viajaba en primera y la invitaban a las fiestas más selectas. En estas, siempre tenía un cóctel en la mano. Durante los desfiles, guardaba una botella de vodka en el bolso, por si acaso.
Contó que bebía y en exceso y que el alcohol la volvía agresiva. Se peleaba a menudo con la gente ("Aunque nadie me devolvía las tortas", matizó). Un día, con 26 años, se levantó y decidió parar. Localizó un centro de desintoxicación en Sudáfrica y se sacó un billete. "Mi idea no era ir a rehabilitarme, sino ir a dejar el alcohol durante un mes. Después, volvería a beber otra vez. Creía que serían unas vacaciones, que me iba a sentar en la playa y relajarme; pero una vez allí, todo fue un poco distinto, tenía que hablar de mis emociones y tocar los bongos", explicó en una entrevista en Harper's Bazaar. Considera que dejar el alcohol ha sido "la mejor decisión que he tomado en mi vida" y lo cierto es que, desde entonces, las cosas le han ido muy bien. En el 2010 firmó un contrato con Calvin Klein y recientemente ha sido nombrada embajadora de L'Oréal. Está encantada con su marido, con el cual comparte "su humor malvado", y con su hijo, Alfred, que nació en 2013. Aunque la photoshopean como a todas, poco después de ser madre protagonizó una comentada sesión de fotos, sin retoques, con el fotógrafo Juergen Teller.
En parte por la fama de su pareja (David Walliams es también un escritor de éxito y un activista capaz de cruzar el Canal de la Mancha a nado para recaudar fondos), Stone se ha convertido en una celebridad en el Reino Unido, perseguida por los paparazzi. Dice estar "obsesionada" con la web del tabloide The Daily Mail, donde ella y su esposo aparecen regularmente: "Aunque lo que leo sobre nosotros es todo mentira". Pese a que la vida la sonríe, sigue presentando un semblante serio, pero no es por las circunstancias sino por razones puramente genéticas: "La naturaleza no me dotó de un rostro alegre", asegura mientras sonríe.

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